Colombia: ¿Estancamiento Económico o Una Oportunidad para la Transformación?
El panorama económico de Colombia en 2024 presenta un escenario que exige reflexión y acción. A pesar de que algunos indicadores muestran estabilidad, otros revelan serias preocupaciones estructurales que podrían comprometer el futuro económico del país. Este análisis busca desglosar los aspectos positivos, negativos y preocupantes de la situación actual para ofrecer una visión integral de lo que enfrentamos como nación.
Un vistazo a los números
El Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia creció un 2,0% anual en el tercer trimestre de 2024, una cifra que, aunque positiva, es insuficiente para impulsar una recuperación económica sólida. Además, el crecimiento trimestral ajustado fue de apenas 0,2%, lo que indica un estancamiento en el dinamismo de la economía. Mientras tanto, la inflación acumulada se sitúa en 4,44% en los primeros 10 meses del año, un dato que podría considerarse positivo debido a su control. Sin embargo, la inflación negativa de septiembre (-0,13%) podría reflejar una caída preocupante en la demanda interna.
En términos de empleo, la tasa de desocupación nacional fue del 9,1% en septiembre, una mejora leve respecto al 9,3% del año anterior. No obstante, persiste una brecha de género significativa: la tasa de desocupación femenina es del 11,8%, frente al 7,2% de los hombres. Estos datos muestran que, aunque hay ligeros avances, los retos estructurales del mercado laboral siguen siendo profundos.
Los puntos positivos: motivos para la esperanza
Entre los aspectos alentadores destaca el sector de las obras civiles, que creció un impresionante 19,9% en el segundo trimestre de 2024. Este dinamismo es clave, ya que la inversión en infraestructura no solo genera empleo, sino que también sienta las bases para un crecimiento económico sostenible a largo plazo. Asimismo, las ventas del comercio minorista crecieron un 1,5% en septiembre, lo que refleja cierto dinamismo en el consumo.
El control de la inflación también es un punto a favor. Aunque su desaceleración plantea preguntas sobre el consumo interno, la estabilidad de los precios brinda un entorno predecible para los hogares y las empresas. Este equilibrio es crucial para mantener la confianza en el mercado.
Los desafíos negativos: el peso del estancamiento
A pesar de los avances en algunos sectores, hay áreas que muestran claros signos de debilidad. La producción industrial, por ejemplo, cayó un 4,5% anual en septiembre, arrastrada por contracciones en la manufactura y la minería. Este desempeño no solo afecta el crecimiento económico, sino que también impacta negativamente el empleo formal y las exportaciones.
Las exportaciones, otro motor clave de la economía, también están en declive. En septiembre, cayeron un 0,9% anual, con una reducción alarmante del 18,6% en los productos de combustibles y extractivos. Esta tendencia, combinada con un aumento del 4,6% en las importaciones, refleja un déficit comercial preocupante que podría agudizarse si no se toman medidas correctivas.
En el mercado laboral, aunque la desocupación ha disminuido levemente, sigue siendo alta, y las desigualdades de género y regionales agravan el problema. Además, sectores como el comercio minorista, aunque crecen en ventas, han reducido su personal ocupado en un 1,5%, lo que sugiere ineficiencias estructurales.
Aspectos preocupantes: señales de alerta
El crecimiento económico insuficiente y la demanda interna debilitada son dos de las señales más preocupantes. La inflación negativa en septiembre puede ser un síntoma de una caída en el consumo, lo que limita el principal motor del crecimiento económico. Además, la dependencia de sectores específicos como la construcción de obras civiles resalta la falta de diversificación económica, un problema que Colombia necesita abordar urgentemente.
Otro aspecto preocupante es la incertidumbre generada por las políticas progresistas del gobierno de Gustavo Petro. Si bien algunas de sus propuestas buscan justicia social, como la redistribución de la riqueza y la transición energética, estas han generado incertidumbre entre los inversionistas. La desconfianza hacia cambios abruptos en políticas tributarias y energéticas podría estar limitando la inversión privada y, por ende, el dinamismo económico.
¿Cómo avanzar?
Frente a este escenario, Colombia tiene la oportunidad de redirigir su rumbo económico con acciones concretas:
- Estabilizar el entorno fiscal y jurídico: Las políticas deben ser claras y predecibles para fomentar la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.
- Impulsar la industria y las exportaciones: Es crucial diversificar la base exportadora y modernizar sectores como la manufactura para generar valor agregado y empleo formal.
- Promover el empleo formal y reducir brechas: Incentivar a las empresas para contratar formalmente, especialmente en sectores que puedan absorber mano de obra femenina y en regiones rezagadas.
Colombia no está en una crisis económica, pero sí enfrenta un estancamiento preocupante. Este momento puede ser una oportunidad para tomar decisiones audaces que impulsen un crecimiento sostenible e inclusivo. Sin embargo, si no se actúa con rapidez y eficacia, el país corre el riesgo de quedar atrapado en un ciclo de bajo crecimiento y desigualdades persistentes. En nuestras manos está el poder de cambiar esta narrativa y construir un futuro más próspero para todos.
Fernando Basto C.