El Camino hacia una Nueva Política en Colombia. Reflexión sobre la Polarización y la Mediocridad Política
En la actual coyuntura política en Colombia, nos encontramos con un escenario profundamente polarizado, donde las acusaciones y críticas entre los diversos sectores políticos son el pan de cada día. Los discursos en plazas públicas, cargados de resentimiento hacia “los ricos” o de desdén hacia “los pobres”, sólo perpetúan una narrativa divisiva que nos aleja de la posibilidad de construir una Colombia mejor. Este artículo invita a una reflexión sobre cómo llegamos hasta aquí y cuál podría ser el camino a seguir para superar esta espiral de mediocridad y conflicto.
La Polarización como Herencia de los Gobiernos Anteriores
Es un hecho que los gobiernos anteriores, lejos de ser perfectos, cometieron numerosos errores que dieron pie a una fuerte crítica por parte de la izquierda. Esta crítica, cuando es constructiva, puede ser beneficiosa para la democracia, ya que señala los problemas y propone alternativas. Sin embargo, la oposición, que ahora está en el poder, aprovechó estos errores no sólo para cuestionar, sino también para construir una narrativa que exageraba y manipulaba la realidad con el fin de ganar adeptos.
Durante su etapa como senador, Gustavo Petro supo canalizar el malestar de la ciudadanía con temas como la parapolítica, la corrupción y el abuso de poder. Sin embargo, al llegar al poder, su movimiento ha caído en tácticas políticas similares a las que antes criticaban. Desafortunadamente, el gobierno actual ha demostrado que también es capaz de recurrir a la desinformación, el desprestigio y las estrategias políticas rastreras, tal como lo hizo en la campaña para alcanzar el poder.
La Credibilidad de un Gobierno en Tiempos de Manipulación
Es difícil confiar en un gobierno que utilizó mentiras y manipulación para ganar la simpatía popular. Las tácticas de manipulación en campañas y marchas, como las lideradas por la Primera Línea, reflejan una estrategia que lejos de buscar un cambio positivo, parece enfocada en dividir a la sociedad. De esta manera, aquellos que criticaron las prácticas corruptas y manipuladoras del pasado hoy en día caen en los mismos vicios, haciendo que la credibilidad de sus promesas de cambio se desmorone rápidamente.
Al final, los gobernantes actuales parecen sorprendidos de recibir críticas y un control político riguroso, pero olvidan que ellos mismos promovieron esta cultura de crítica y fiscalización cuando eran oposición. Este choque de posturas demuestra que los problemas de fondo de la política en Colombia no se han resuelto, sino que simplemente han cambiado de manos.
La Responsabilidad del Ciudadano: Evitar el Retroceso y la Continuidad de la Corrupción
Como ciudadanos, debemos preguntarnos si realmente queremos seguir este ciclo de polarización y corrupción. No se trata de querer regresar a los días de escándalos como el cartel de la toga o las marionetas políticas, pero tampoco podemos contentarnos con un cambio que resulta ser más de lo mismo. Colombia necesita algo más que discursos polarizantes que apuntan a un culpable —ya sea “la élite” o “los pobres”— y que ignoran la complejidad de los problemas del país.
Nuestra responsabilidad es clara: no seguir perpetuando el apoyo ciego a los “clanes políticos” o a aquellos que sólo buscan dividirnos para obtener el poder. Debemos demandar algo mejor de nuestros líderes y cuestionar las prácticas que van en contra del progreso y la unidad nacional. Es hora de dejar de lado las etiquetas de “uribista” o “petrista” y reconocer que existen fanáticos en ambos lados, incapaces de reconocer los errores del presente o del pasado. Pero para avanzar, debemos ser capaces de ponernos de acuerdo en lo fundamental: decir no a la corrupción, no al terrorismo y no a políticas extremistas que sólo buscan adoctrinarnos.
El Futuro de la Política en Colombia: Unidad y Proyectos Concretos
Es esencial encontrar líderes que de verdad busquen unir a Colombia, no dividirla con discursos populistas y estrategias de manipulación. Un líder debe garantizar seguridad, salud y educación para todos, sin recurrir a una retórica de confrontación que solo fomenta el odio y el resentimiento. En el pasado, Colombia tuvo líderes con proyectos reales y visión, como Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado, quienes, aunque provenientes de ideologías opuestas, ofrecían ideas y propuestas concretas. En lugar de manipulación, estos líderes buscaban soluciones reales para los problemas de la nación.
Hoy en día, la política colombiana parece carecer de figuras que representen estos ideales. La mayoría de los políticos, tanto en el gobierno como en la oposición, parecen centrados únicamente en ganar simpatizantes mediante estrategias divisivas y manipuladoras, sin ofrecer soluciones a los problemas reales del país. Es hora de que exijamos más de nuestros líderes y de que promovamos una política basada en proyectos y no en ataques.
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Colombia está atrapada en un ciclo de mediocridad política, donde los discursos populistas y las acusaciones dominan la escena. Pero como ciudadanos, tenemos el poder de romper con esta dinámica. Debemos buscar líderes que promuevan la unidad y presenten propuestas claras para mejorar el país. Es fundamental aprender de los errores del pasado y evitar caer en la tentación de apoyar a aquellos que sólo buscan dividirnos.
La política en Colombia necesita una renovación urgente, una que esté basada en ideas y proyectos concretos, y no en la manipulación. La clave está en promover un debate político en el que todos podamos coincidir en lo fundamental, dejando de lado las etiquetas y los discursos vacíos. Sólo así lograremos construir una Colombia más justa, unida y orientada hacia un futuro de progreso real.